Una reflexión sobre las generaciones y el fútbol que vimos (o no vimos)
La generación anterior a la mía tuvo poco acceso al fútbol internacional. Dependía de la televisión abierta y muchas veces solo veía a las estrellas del mundo en Copas del Mundo u Olimpiadas. Todo era más raro, más distante, casi mítico. En mi generación, recuerdo bien cuando la Band transmitía partidos europeos. Allí vi por primera vez a la Juventus — ese equipo me encantó. Fue mi primer amor a distancia. Y como yo, muchos de mi generación comenzaron a apoyar a equipos como el Real Madrid, Milan, Manchester United… La siguiente generación lo tuvo todo en la palma de la mano: streaming, YouTube, celular. La ausencia de clubes brasileños en juegos como FIFA y Football Manager también empujó a esa generación hacia el PSG, el City, el Barça… Pero mi generación cometió un pecado: se dividió. Una parte solo amaba a Messi, odiaba a CR7, pero apoyaba a Neymar. Otra parte solo amaba a CR7, odiaba a Messi, y también apoyaba a Neymar. Y hubo quienes solo seguían a Neymar. Muchos de nosotros dejamos de ver jugadas históricas solo porque no eran “de nuestro jugador”. Eso fue un error. Y me incluyo. Yo era del equipo de CR7. No seguía a Messi en el Barcelona — solo lo veía con la selección argentina. Y aunque vi el primer gol de Messi en vivo (gracias a que Ronaldinho aún estaba allí), me perdí ese gol antológico en el que se dribla a medio equipo. Me equivoqué. Fui un chico inmaduro. Pero calma. Todavía hay tiempo. La generación de Romário, mi generación con Ronaldo, después la de Neymar, ahora la de Vini Jr., no podemos dejar de seguir el surgimiento de Lamine Yamal. No repitamos los errores del pasado. No importa de qué generación seas. Mira. Sigue. Valora. Porque el fútbol nos sigue regalando joyas. Y Yamal… DIOS MÍO.
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